jueves, 31 de diciembre de 2009

CORAZONES DE SEDA Y TERCIOPELO (Alargado)






En mi alma sonaba tenuemente una melodía. No recuerdo bien, ni suspiro, ni lloro al intentar recordar. Un escalofrío sube hasta mi nuca. Allí se para a pensar, y me estremece el corazón. Los poetas se perdieron en el cielo, hace tiempo. No puedo ver más allá, todo quedará dictado al tiempo en que la muerte pueble mis entrañas. Tras esto, una sonrisa. Nada más.

El rugir de la plaza parecía más apagado que de costumbre. Unos tacones, tan sólo unos tacones se oían pisar aquel suelo sediento de lluvia. La Catedral adornaba mi vista... "Ding...Dong". Redoble de campanas. Mi gabardina empezaba a relatar suspiros de inocencia bajo el cielo encapotado. Comenzó a llover, poco a poco. Primero, una gota. Las demás enamoradas se lanzaron a besarla. Mis ojos acompañaban al viento. Creí, de nuevo, tenerla entre mis brazos. Y una vez, no más, me acosté sediento de vida. Sediento de los besos apoyados en el recuerdo tempestuoso. Un gato en la acera me mira descarado. Siento miedo. Pienso que puede destrozarme el cuello... redoble de campanas. Un deseo fogoso de nostalgia, una sonrisa estampada en la mente.
No había vuelto a entrar en el Gamuza's Shoes desde..., bueno, en realidad no recordaba bien desde cuando. Entré a calentar un vaso, por sumergir adrede dos pequeños cubitos en el whisky más desagradable del bar. Sonaba Green River de los Credence. Los CCR siempre me han traído grandes recuerdos. Sobre todo de mis primeras partidas de póker. Oh, sí, recuerdo muy bien aquellas tardes perdidas, derrochando ases en la mesa, como flechas puntiagudas que se clavaban en la mente. Luego llegó Marilyn. Siempre me trajo problemas. Sobre todo cuando reía demasiado, y yo me escondía a llorar al ver su cara de amor vacía. Besos frustrados, muchos... demasiados gritos. Hacía ya dos semanas que la había visto sentada en la ventana. Cuando entré al apartamento pude ver sus lágrimas a lo lejos. Intenté abrazarla. Me dijo que no me acercara. Soltando su último adiós se arrojó a la calle.


Pedí un Bourbon en la barra. Noté tristeza en los ojos de la camarera. El ambiente del Gamuza's Shoes era como el de esos bares demasiado poblados y al tiempo vacíos. Podía sentir a mis espaldas la felicidad de los viejos amigos. Observé mi reflejo en la pitillera que saqué del bolsillo. Demasiadas arrugas en mi frente, demasiado pelo en mis narices. Encendí un cigarrillo, mientras dejaba uno al alcance de la camarera.


- Hacía tiempo que no frecuentabas este sucio antro John. ¿Será que te estás haciendo demasiado viejo?

- No bromees conmigo, quizás siga siendo ese despreocupado y pertinaz rebelde de antaño. Pero en el fondo cariño. Muy en el fondo.

- Tranquilo, puedo dar fe de ello. Aunque has perdido la pasión ¿No has soñado nunca con viajar lejos? Yo siempre he querido actuar en Broadway, y salir en las revistas, o que la gente de la calle me recuerde por mi gran espectáculo en el Carnegie Hall.

-Yo nunca he podido soñar cariño. Mi vida siempre me ha pesado demasiado. Sabes, podría arrojarme por cualquier ventana, como hizo Marilyn. Así al menos tendría a alguien que me abrazara.

-No hables así, John. Tú siempre has sido un tipo valiente. ¿Donde está tu alma? ¿Dónde duermen tus deseos? ¿Dónde está aquel tipo que hablaba de vivir a todas horas, y reía sin parar al hablar de amor? Aún recuerdo cuando montaste aquel espectáculo en la mesa del fondo. Imitaste… si, recuerdo, a John Travolta.. Todos te decíamos que llegarías lejos.

- Las cosas han cambiado Paula. A veces la vida juega demasiado a su favor. Ahora a penas puedo respirar. Lo siento nena, he de volver a casa. A lo mejor allí encuentro algo que me haga llorar, o que me atraviese el corazón, sí, quizás sea lo mejor, volver a reunirme con ella.

-No, no pienso permitirlo cariño. Tu eres valiente, y Marylin…

-¡Marilyn está muerta, Paula! Además, muy poca gente tiene realmente el valor necesario para quitarse la vida. Sí, quizás Marilyn fuera cobarde, quizás no tuvo valor para enfrentar la vida. Pero si tuvo valor para enfrentar la muerte, y eso ni tú ni yo podemos hacerlo. Enfrentó a la muerte siendo una egoísta, no pensó, no hizo nada. Se tiró sin más, tan lejos y a la vez tan cerca. Cada vez que recuerdo sus ojos mirándome, como si fueran fuego que se me clava en la mente... Lo siento Paula, he de irme. Toma estos billetes, quédate con el cambio.

-No tienes razón, oh no, ninguna razón. No seas tan cobarde, John, ¡John!


Al salir de aquel lugar tuve frío, reía y lloraba al tiempo. La calle estaba desierta. . Me sentí débil al mirar a la luna. Casi callado, suspiré, mientras hablaba lentamente:

-Amor, qué es sino un pozo de mentiras. Si miento al mirar al frente, oh Eros maldito agárrame fuerte, mátame si es preciso. Arroja mi vida al mar, como si los peces fueran mis deseos, y las olas un triste atardecer en las aceras de Venecia. Si ciudad de amores había de ser alguna, triste me siento al no tener cobijo. Y muero, sin quererlo, con un simple beso. Oh triste amada moribunda, mil veces dijiste que la vida era un sueño. Maldigo si cabe a los amantes hipócritas, maldigo las horas que pasan en este podrido infierno, maldigo un minuto dedicado a un sueño. ¿Hablo, si es posible, demasiado? Dime luna, que me miras con desprecio, si aguardas en tu lecho a un triste moribundo, si el amor lo cogiste por deseos de verme acostado sin consuelo, dime si me abrazas desde lejos por ser tan hipócrita, o si me matas lentamente por buscar a alguien que muera. Morirme, ahora, sí, sería posible. Despertar y ver la realidad del sueño. Sí, quizás sea lo mejor. Pero no me iré sin dejar mi amor. Volveré a llorar entre los muertos, volveré a gritar sin consuelo en el recuerdo, mataré si es preciso a los propios difuntos, por volver a verte, amada. Reitero, dejaré escrito mi sueño. Por si alguien desespera, oh luna mi alma te ofrezco. Tómala sin consuelo. Será tuya por siempre, si a cambio mi anhelo lo destrozas con tu furia. Saldré huyendo de esta maldita vida. Llámame, ahora luna, hombre muerto. Y mi último suspiro acógelo, como si de mi alimento precisaras. Y llévame callado, no atormentes a los vivos. Tan sólo me acuesto cansado. Y mi último suspiro, a tus manos se lo ofrezco. Lloraré, al final, defendiendo mis deseos. Si inciertos son aquellos, morirme será certero. Y aquí mi triste alma saldrá victoriosa del ardor del sueño. ¡Victoria! Gritaré al silencio. Cuando todo esté callado. Ahora duerme, querida. Ahora despierta. Mi alma expira rauda, en esta ira que me apaga, siento mi dolor incierto. Un segundo, otra vez. Ahora, soy tan sólo un fin. Ahora, tan sólo, vuelvo.

martes, 15 de diciembre de 2009

CANTO DE ODIO A LAS ALAS DE LAS KERES


En la vida me desangro.

Tan segura y pálida

se esconde entre la nada.

Y sale huyendo

demasiado lejos.

Un día apagado

en el fondo del invierno

con suave benignidad

me ha derrotado.

Ha hendido mi costado

un fúnebre relámpago.

Ha escupido en mi sombra,

y ha vuelto a llorar.

Ha muerto, vuelto, y ha revuelto

mi alma, alejándose

de nada. Tan sólo

una mentira ¡Mentira!

Repiten los silencios

malditos, callados.

Maldita nada,

aún recuerdo,

maldita muerte ensangrentada.

Si tu deseo es llevarme muerto

llévame, oh usurera

y declárame alimento

de un dios maligno y desalmado.

Aclárame el aliento,

y las palabras

dámelas por alimento.

Búscame en la nada,

como si fuera polvo,

ceniza, viento

que se esparce

entre los ojos… lamentos.

Y volveré a llorar,

volveré

a maldecir tu calavera.

Si a mi alma aspiras

por tu aliento,

oh muerte, llévame ya,

y a los deseos inciertos

llamaré endemoniados,

como si fueran los ojos desatentos

que se esparcen y lloran

en miradas, tan sólo

de hombres sin aliento.

Y volveré a llorar

vida, oh muerte

por igual. Desatenta.

Pasan, mueren, hablan

los minutos, se

desgranan. Dime muerte,

si la vida se despeja

en los otoños deshojados.

¡Dime, tan sólo dime!

si pruebas tus deseos

en mi aliento cansado.

Soy triste y vago,

hipócrita y desalmado,

violento… apasionado.

Oh vida, oh muerte.

Volveréis a llorar

de frente a frente.

Al campo los lamentos

echaré por abono,

y lloraré desnudo a los rayos,

maldiciendo la vida.

Maldeciré el infierno,

maldeciré la nada,

lloraré defendiendo

la muerte bajo espadas.

Y moriré por morir

desatento, ante

las rosas que se clavan

en mi pecho bajo el viento,

ante el viento y la nada,

ante la vida y los sueños.

Todo es un lamento perdido.

¡Maldita muerte! ¡Maldita vida!

Si tras los años no soy atento

no me culpes con tu ida.

Soy un pobre sin aliento,

hipócrita y violento,

llamo a las rosas rosas,

a los sueños viento, y

a la nada le regalo

mis versos desatentos.

Cuando el viento se apaga

sueño, y lloro mis lamentos apagados.

Por un golpe duro en mi costado

expiró mi alma sin aliento,

ascendió a lo alto bajo el viento,

llorando al cielo lastimada,

suplicándole a las nubes

una mirada que la dejara

tiritando.

Volveré a subir huyendo

de todo,

por nada…

Y dejaré escrito mi verso.

lunes, 14 de diciembre de 2009

TRISTE DOMINGO






Vagando por los terrenos del aburrimiento, una tarde cualquiera, me encontraba triste. Y tengo la maldita y dulce manía de buscar música triste en esas horas, para entristecerme aún más.
Harto ya de las mismas baladas, me propuse a buscar algo nuevo en internet. Algo que fuera tan sumamente triste que me hiciera incluso llorar. Para eso puse en el buscador "Canción más triste del mundo". Confiando en las opiniones personales de la gente. Y encontré entonces una historia bastante curiosa acerca de la canción que he colgado arriba.

Gloomy Sunday (Triste domingo) es una canción que encierra una leyenda. Como leyenda, su veracidad es tan dudosa como atroz. La compusieron los músicos húngaros Renszo Seress y Laszlo Javor. Cuentan entonces que, con la salida al público del tema, más de 17 personas fueron presas del suicidio. Atribuyeron lo ocurrido al profundo sentimiento que transmitía ese triste domingo, y el gobierno húngaro -cuenta la leyenda- llegó incluso a prohibirla.

Yo, agitado por la curiosidad, busqué con prisa y excitación el tema. Me detuve un momento antes de escucharla. Pensé: "¿Y si me suicido?" Me dio por reir y le di al botón de reproducir.

Y entonces descubrí una canción tenebrosamente preciosa, con una letra increíblemente dura y digna de reflexionar. Describe el sentimiento de la muerte de la persona amada, el querer reunirse con ella, en ese triste domingo, suicidándose.

Incluso hace la comparación de "el sueño de la vida". Aquel tópico que usaron tanto los escritores barrocos como, por supuesto, Calderón de la Barca, en su fantástica obra "La vida es sueño". Dice la canción, traduciendo la frase: "Soñando, sólo estaba soñando. Despierto y te encuentro dormido en lo profundo de mi corazón".

Es fantástico cómo puede describirse de tal modo el anhelo, la desesperación por la vida sin sentido, lejos de la amada, lejos, tan lejos que la vista no alcanza. Deléitense con la obra maestra de estos señores, y pongan el oido abierto, muy abierto. Y, por supuesto, me inhibo de toda responsabilidad. Por favor, no se suiciden, o al menos si lo hacen, háganlo en la calle, si no lo dejarán todo perdido.

Un saludo en este Gloomy Sunday tempestuoso.

Os dejo aqui la letra original y traducida:

GLOOMY SUNDAY

Sunday is gloomy, my hours are slumberless
Dearest the shadows I live with are numberless
Little white flowers will never awaken you
Not where the black coach of sorrow has taken you
Angels have no thought of ever returning you
Would they be angry if I thought of joining you?

Gloomy Sunday

Gloomy is Sunday, with shadows I spend it all
My heart and I have decided to end it all
Soon there'll be candles and prayers that are sad I know
Let them not weep let them know that I'm glad to go
Death is no dream for in death I'm caressing you
With the last breath of my soul I'll be blessing you

Gloomy Sunday

Dreaming, I was only dreaming
I wake and I find you asleep in the deep of my heart, here
Darling, I hope that my dream never haunted you
My heart is telling you how much I wanted you

Gloomy Sunday

Domingo Triste

El domingo es triste, mis horas son de insomnio
Amado, las sombras con las que vivo son infinitas
Pequeñas flores blancas nunca te despertarán
Allá donde el coche fúnebre de la tristeza te ha llevado
Los ángeles no tienen intención de resucitarte
¿Se enfadarían si pienso en reunirme contigo?

Domingo triste

Triste es el domingo, entre las sombras lo paso entero
Mi corazón y yo hemos decidido que se acabe todo
Pronto habrá velas y oraciones tristes lo sé
Déjalos, que no haya lágrimas, déjalos que sepan que estoy contenta de ir
La muerte no es para soñar, en la muerte yo te acaricio
Con el último suspiro de mi alma te bendeciré

Domingo triste

Soñando, sólo estaba soñando
Despierto y te encuentro dormido en lo profundo de mi corazón, aquí
Querido, espero que mi sueño nunca te atormente
Mi corazón te está diciendo cuanto te quise

Domingo triste




domingo, 13 de diciembre de 2009

AL POETA QUERIDO


Hoy nos hemos propuesto hacer un homenaje virtual a Don Antonio Machado. Por lo tanto, ahi va un recuerdo al viejo poeta caminante de caminos olvidados. A su memoria:

INVENTARIO GALANTE

"Tus ojos me recuerdan
las noches de verano
negras noches sin luna,
orilla al mar salado,
y el chispear de estrellas
del cielo negro y bajo.
Tus ojos me recuerdan
las noches de verano.
Y tu morena carne,
los trigos requemados,
y el suspirar de fuego
de los maduros campos.

Tu hermana es clara y débil
como los juncos lánguidos,
como los sauces tristes,
como los linos glaucos.
Tu hermana es un lucero
en el azul lejano…
Y es alba y aura fría
sobre los pobres álamos
que en las orillas tiemblan
del río humilde y manso.
Tu hermana es un lucero
en el azul lejano.

De tu morena gracia,
de tu soñar gitano,
de tu mirar de sombra
quiero llenar mi vaso.
Me embriagaré una noche
de cielo negro y bajo,
para cantar contigo,
orilla al mar salado,
una canción que deje
cenizas en los labios…
De tu mirar de sombra
quiero llenar mi vaso.

Para tu linda hermana
arrancaré los ramos
de florecillas nuevas
a los almendros blancos,
en un tranquilo y triste
alborear de marzo.
Los regaré con agua
de los arroyos claros,
los ataré con verdes
junquillos del remanso…
Para tu linda hermana
yo haré un ramito blanco".

Antonio Machado Ruiz

martes, 1 de diciembre de 2009

ASIQUE POR PASIÓN, VUELVO

De pronto un rayo
sonó,
tan de pronto cómo la vida
puebla un alma.
De pronto un alma,
entonces cien,
y miles se lanzaron
con desgana
hacia el lugar donde habitábamos.

Y nos hicieron daño,
tanto que no pudimos
reir; casi por matarnos
se lanzaron a decirnos
que todo era en vano.
Como tinta, los sueños
los mancharon,
y dijeron que éramos
cobardes, tan sólo

pobres soñadores
con los pies
a cien millas del suelo.
Entonces pensamos,
alma mía, y volvimos
a escribir unas líneas
de sencilla poesía.
Pero ya no era igual,
habían destrozado
nuestro estilo.

Sabes, alma
ansiosa de versos,
no es tarde.
Nunca es tarde.
Nunca se acaban
los pequeños sueños.
Así son los trovadores,
ansiosos de vida
y muerte al tiempo.
Ansiosos de deseos
de llanto, así mismo
un canto.

Veinte almas,
“silencio”.

lunes, 30 de noviembre de 2009

ELOGIO A LA MUSA QUE PERDIÓ LA PASIÓN




Volverás a las tierras de mi infancia.

Volverás a reír conmigo,

de nuevo.

Y veras caer mi estaca.

Sonriente, cómo sonríes

de nuevo,

Y te veo,

tras las hojas que se esconden

por llorar.

Una palabra, resbala una gota

en tu frente asustadiza.

Callas, te quedas parada,

sonriente,

vuelves a asustarte.

Tranquila,

duerme,

yo protegeré tu almohada.

Si mañana no estoy de vuelta

quema las fotos,

los regalos,

y mis sueños guárdalos,

como si fueran tierra

que siembra los recuerdos.

Y me verás regresar

tan tarde o tan temprano.

Llorando a gritos,

pidiendo al cielo

la lluvia de noviembre.

Pero ahora duerme,

descansa,

no temas.

no te asustes con mi alma.

Llegaré cansado,

sin fuerzas,

lleno de callos,

agujetas, y los zapatos

llenos de gusanos.

Pídeme, oh dulce dama,

un deseo ardiente,

no temas al diablo

no hables de la muerte.

Tan sólo vive un segundo,

y guárdalo.

Yo te veré sonreír,

a lo lejos,

mientras vuelvo cansado.

Y tú me miras,

Y yo te escucho,

Y entonces me escuchas,

Y te miro,

Y volvemos a besarnos,

Sin pensar en el cansancio.

Sin hablar.

Aullando al cielo

desolados.

Volverán los pájaros

a mirarnos.

Y tú me dirás al oído:

“Escucha, son las golondrinas

que vienen a soplarnos”

Y el viento cantará,

o ellos lo usarán

de canto.

Y las luces se apagarán

temprano.

Cuando te acuestes

en mi pecho,

descansando,

Y yo me encontraré cansado,

Y tú me acariciarás con tu aliento.

Tras las horas que pasaron,

Me cogiste de nuevo

el brazo.

Y huimos lejos,

Muy lejos,

Tan lejos que me pareció

demasiado cerca.

Y volvimos a besarnos,

esta vez bajo la luna,

cantando,

Y no había pájaros,

Y tú ya no me decías:

“Escucha, son las golondrinas

que vienen a soplarnos”

Ahora era todo un charco

en la arena,

Pedíamos a gritos los gusanos

en los zapatos,

Y moríamos de angustia

al ver el amor estancado.

Pero tú sonreías,

Y entonces yo también sonreí,

Y nos volvimos a besar.

Pero ahora callados,

Vimos volar tantas veces

A aquellos que vinieron

A soplarnos.

Pero ahora somos viejos,

Tanto que no podemos

más que hablarnos

a oscuras,

pensando en nuestra infancia,

llena de golondrinas

soplando desde el cielo

a nuestras almas.

Tan sólo un lugar

apartado del mundo.

Ahora estás callada,

Y no puedo más que verte

sollozando.

Necesito de nuevo

verte sonreír,

Y que me digas al oído:

“Escucha, son las golondrinas

que vienen a soplarnos”

Tan bella, como siempre.

Y entonces podremos

descansar,

y no desear los gusanos

en los zapatos.

Pero ahora duerme,

descansa,

yo protegeré tu almohada,

mientras sueñas con mi aliento.

Y te hablaré de nuevo.

jueves, 19 de noviembre de 2009

TIEMPO PARA PARTIR

"Hoy he vuelto a reir"

Al alba, cuando nadie llora,
la vida parece sonreír.
Al alba, la vida no vuela,
ni lloran las esquinas.
Todo es pequeño,
diminuto, demasiado para mi vista,
y no puedo respirar.

Saber que un día la quise,
saberlo todo, y no decir nada.
Morir de rabia, y llorar.
Morir, sencillamente.

Sentado, el viento suena
a mis espaldas.
Sentado, miro el cielo,
y nadie me mira.

Me cuelgo donde antaño
vi crecer los bosques,
y los árboles me miraban,
los pájaros volaban incansables,
las palabras me abrigaban
a la llegada del invierno.

Hoy nada es como ayer,
y tú, mirada, escondida.
Hoy me siento desprotegido,
y no puedo protegerte.

Sin más, me marcho,
he de hacerlo,
mi tiempo ha llegado.
Como todo llega,
como vuelan las aves,
como cantan los trovadores,
como ríen los que viven
solos.

No te sientas triste,
tan sólo he de llorar,
para complacer a mi alma.
Para hablar de amores pasados
cuando pase el tiempo.

Nada importa, piensa
que seguiré dormido.
Piensa que no descansaré
de verdad, piensa
tan sólo que vivo.

Como siempre has hecho.

jueves, 12 de noviembre de 2009

ELOGIO A LA MUSA QUE VE LLOVER


A veces siento que la vida me engaña.

A veces, me estremezco.

Tan sólo, a veces.


Quizás en un instante, o en miles,

hable a ciegas sobre todo.

Quizás todo en un instante.

O quizás nada.


Porque cuando sonaban las campanas

parecíamos tan callados…

Y no había luna,

ni perros,

ni aceras.


Ni el tiempo abrumaba, ni todo

era, ni nada pasaba,

ni ahora un después.

O un antes callado.


Mas hablando, y sin hablar

me callo, corriendo hacia ninguna

parte.


Lejos,

demasiado.

Lejos

para seguir corriendo.


Y un banco,

la vida.

Y sueños de verano.

Sueños, tan sólo,

pasados.


A veces eres la vida,

Tan sólo, a veces.


Mi alma para un segundo,

Cansada de habitar un cuerpo

fatigado de hablar.


Cansada de reír,

Y llorar al tiempo,

Cansada de todo,

Vacía de sueños.


Hecha añicos…


Y queda un silencio.



































Hoy, como ayer, vuelve

A pararse el tiempo,

Hoy vuelve a llover,

Y tras la ventana nadie llora.


Hoy no es, ni mañana será,

Ni un antes ni un después,

Ni un desolado quizás.


Hoy no es, ni mañana pasará,

Ni un todo, ni un nada,

Tal vez todo,

Después.


Tal vez nada.

Quizás la vida.


Tal vez polvo.


Lluvia empapada

De sudor.

Lluvia.


Tan sólo

una musa,

callada.


Tan sólo aquella,

que me hizo correr

hacia donde la vista nunca alcanza.


Tan sólo aquella.

Lluvia,

callada.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Odio hablar de placeres.
Odio reir, y sentir el tiempo,
y no siento la vida.

Me canso de reir, de
todo, yo, tan sólo
sueño.

Hablo con almas, hablo
de placeres, con viejas almas,
y no responden.

Cuando el tiempo se para,
cuando la vida grita,
las paredes me susurran
en silencio.

Entre tanto, una mirada.

Los minutos vuelan por mi mente,
todos gritan, y lloran,
desconsolados.

Entre tanto, una sonrisa.

Vuelvo a reir, vuelvo,
sin ganas, sin palabras,
sin llantos.

Entre tanto, la vida.

Arriba, lejos, tan lejos,
la vista no alcanza.

Y entre tanto, es cierto...

...vuelvo a respirar.

jueves, 15 de octubre de 2009

DESEOS

Dicen que la vida es un incansable respirar en la ladera de un monte solitario. También hablan de la muerte, el final de las pequeñas historias de vagabundos desahuciados en esquinas polvorientas. También dicen que las musas no aparecen fuera de los sueños, y que el antojo de felicidad se ve marcado por el deseo de conquistar la verdad de todo. La luna representa el alma de las musas perdidas, y el sol las borra en el amanecer tempestuoso. Los nombres no me vienen a la cabeza, ningún adios podrá borrar mis recuerdos de joven trovador empedernido. Ni siquiera el propio futuro puede marcar mis pasos. Al fondo de la ciudad, en una ventana, miraba la silueta de una mujer de pelo largo y ojos claros. El peine mostraba sus filos en destellos de mi pequeña imaginación. Siempre he soñado con hablar de viejos poetas que nadie conoce, y hablar despacio. Mis andares son pesados, demasiado cargados de promesas sin fruto. Y los sudores me secan la espalda derretida por el amor perdido. Nunca crecí lo suficiente como para mirar las estrellas entre los matojos y no imaginarme a mis antepasados observando mi mirada. Todo está sentenciado en las esquinas de la ciudad, en la madrugada. La silueta de aquella mujer se desvaneció con la luz apagada, y volví a musitar versos bajo el bronce de la calle. Mujeres de falda corta pasaban de largo, y el paso obligatorio no existía para los ciclomotores que traspasaban la Gran Vía. Una paloma soñolienta viajaba entre las cornisas, hasta pararse donde observé la silueta de aquella mujer sumergida en mi imaginación. Entonces, se abrió la ventana. Ella miró al frente, pude ver una lágrima a lo lejos, mientras por detrás algo parecía cubrirle la espalda. Me levanté del banco mientras la miraba. Ella dirigió un suave gesto hacia mi cara, pero no atendió. Pasó de largo y, sin más, se arrojó a la calle. Cuando pude ver su cuerpo desnudo en el suelo, ya era demasiado tarde. Corrí en busca de ayuda, y la agarré de la mano. Aún respiraba un poco, aún podía exhalar aire de la calle, mientras musitaba palabras indescriptibles. Me miró directamente a los ojos, por primera vez. Y la agarré con más fuerza. Introduje mi mano en el bolsillo de mi chaqueta, y saqué un poema que escribí mirando su silueta. Le conté que nunca la había visto, pero que su sombra había sido mi vida hasta ese día. Le acaricié la cara, y leí la hoja que había sacado, mientras se mojaba con mis lágrimas:


Triste silueta, triste,

Acompáñame esta noche,

Y dime que recuerdas.


Dime, amor platónico,

Si tu sombra duerme en mi recuerdo,

Si eres la verdad de mi alma.


Háblame en silencio,

No bastan las palabras,

Necesito tu mirada.


No la encuentro,

Y te hablo a lo lejos,

Entre el mísero silencio.


Vuelvo a soñar con la tempestad,

Y el cielo me acaricia,

Cuando te miro y sueño con la vida.


Ya no soy un hombre,

Ni vivo, ni pienso,

Ni siquiera muero.


A la noche, me invitas en secreto

A descubrir tus ojos tristes,

A volver a imaginar tus lágrimas.


Y yo ya no soy el mismo,

Aunque en verdad, nunca me conociste,

Ni siquiera imaginaste mi alma.


Y ahora, sentado en la oscuridad,

Pienso que la vida está escondida

Tras una sucia ventana.


Ahora, mírame en la oscuridad,

A lo lejos, háblame,

Como si hubiera habido un antes.


Como si nos habláramos cada noche,

Junto a las velas que consumen la cera

En la calle más cerrada.


Comenzó a llover, y pude ver por segunda vez una lágrima en sus ojos. Me volvió a mirar de frente, y agarró mi mano con más fuerza. Se acercó a mí, y me besó. Entonces la abracé con fuerza, mientras mi pelo se encharcaba con la tormenta. Nadie vio mis brazos en su espalda. Entonces le pregunté su nombre. Ella, en un último suspiro, me dijo que si me dijera su nombre nunca podría llamarla Vida de verdad. Le dije que la quería, sin pensarlo. Ella giró la cabeza para mirar al cielo. Y me dijo que a pesar de todo lo mejor que había hecho en su vida era arrojarse por aquella ventana. Entonces me dejé caer en su pecho. Y su fuerza decayó, sus manos ya no respondían. Y la acaricié. Lloré con todas mis fuerzas, mientras le susurraba al oido.



miércoles, 7 de octubre de 2009

LUCHAR, Y VIVIR


Y el papel en blanco, de nuevo, me brinda una oportunidad. El día estaba húmedo, las nubes dejaron paso a la negrura, y todo estaba sembrado en el horizonte, a lo lejos. No diré que volé, tan sólo hablaré del viento. Como todos nos paramos en otoño, no sabemos bien si Enero trae consigo la vida en un día sin el sol alumbrando las esquinas. Pero antes, tan sólo unos meses antes, la vida es un copo de nieve imaginario en lo más profundo de la mente. Al final, la música no suena. Los besos son escombro tirado frente a una vieja carretera, y todo está limpiándose de vasos vacíos, y el suelo conserva los recuerdos de pisotones con zapatos de tacón. El alcohol, el viento no se nota, y el frío es simplemente una sensación más. Cuando la luna es reina de la vida, aparece un tipo amarillo vigilando la distancia. Casi me duermo acostado en la pared, casi apago la brisa con los dedos, y casi sueño con romper un vidrio que roza una pared sembrada en un suelo frágil. Hace tiempo que no viajo lejos, y que no veo el sol de medio día. Las estrellas parecen inmensas, y el fuego se expande alumbrando la oscuridad. No busqué nombres, ni silencio, ni siquiera manchas en mi ropa. Mi mirada no es reina de un recuerdo, mi cabeza no sabe llorar, mi espalda parece que tirita, acompañada de mis noches en vela. Tiré mi vaso a la basura, y recogí mi vida en un cenicero. La inmensidad era tan grande que no pude respirar, y me acosté en un viejo sofá. Volví a mirar al cielo. El hambre recorrió mi cuerpo hasta dejarlo seco. La luna era una cara sonriendo, llena, llenada de llantos, de deseos flotando en la penumbra, y de suspiros que viajaron hacia el cielo interminable. Una canción se oye cerca de una vieja esquina, y tengo que sentarme. La tristeza no me invade, pero pienso demasiado en llorar. Porque la vida a veces es pasto de cabras enloquecidas, que piden su aliento a un tipo extraño. Aunque yo entre en un gabán, mi rareza no se vale de motivos serios, pues no me agrada ver que todo está demasiado diferente. Y vuelvo a cerrar los ojos, como si mi vida se tratara de una lucha contra mis sentidos. Pero no volví a llorar por mí. Al echar la vista al frente, no pude evitar caerme abajo. Aquel frágil niño sentado en una silla itinerante, pues sus piernas hacía tiempo que se habían marchado. Y unos guantes de boxeo en la punta de sus brazos, como hablando de lucha, contra la vida. Contra todo, mientras llora.

lunes, 5 de octubre de 2009


El vaso era en ese momento toda mi vida. Mi sangre, mi orgullo, mi pasión, mis horas de recuerdo, mi aliento entre los incansables sorbos. Manché mi camisa a propósito, ya estaba harto de esa tela amarillenta. Y entonces, cuando fui a levantarme, me encontré cansado. El espectáculo del bar, las camareras, la barra a lo lejos, el suelo pegajoso, todo me apretaba la cabeza, y me abrazaba con demasiada fuerza. Supe reaccionar al escuchar una increíble melodía. La melodía con la que soñé desde que era niño, con la que dormí tantas noches…

martes, 29 de septiembre de 2009

Cronología Por Caótico y Trovador


(Discurso completo del cortometraje "Crono")

5
¿Han soñado alguna vez con viajar en el tiempo? Las sombras se disipan en la imaginación, como en esos días en los que la luz del sol da de lleno en una vieja y olvidada torre del reloj, de la que nada entendemos, que nada alberga, y que todo lo destruye con su aguja.
Señores, nos estamos consumiendo.
La vida poco a poco se va, somos pasto del olvido, apresados en esa ruleta que gira al son de una olvidada melodía, de la que es reina la diosa fortuna. Señores, si se dan cuenta nada entendemos. Estamos aquí, y ¿Qué? El tiempo con sus juegos de azahar manipula nuestro destino, nos roba nuestra libertad y nunca, nunca para.
4
Imagina despertar un día tirado en el banco de un mullido parque, a las puertas de la ya mencionada torre, torre del tiempo, torre del reloj. Ves la puerta entreabierta, y, valientemente, te decides a entrar. En su interior te esperan unas gastadas escaleras, desechas por la brisa de los años, desechas. Y subes agarrado a una barandilla que, como a todos, el tiempo no dejo atrás, y ahora arde con un fuego interior solo forjado por los años. Ves como el tiempo corre bajo tus pies, como explotan los minutos, como la gente llora.
Entonces la cima esta bajo tus pies.
3
Mira, siente, piensa. Tienes el mecanismo del tiempo junto a ti. Te abrumas. No sabes si tirarte, o lanzar una sonrisa.
Podríamos llamarlo cronología. Te planteas como funciona, como pasa tu vida, como la destruyen, la crean, la pisan y la vuelven a crear. Sabes que te molesta cumplir años, que sufres cada vez que soplas las velas, porque cuando se consumen, sabes que te están acercando más a la muerte. Y te sientes atrapado.
Ahora ríe, llora, o sueña.
2
Tratado del odio, tratado del egoísmo, tratados, tratados y tratados. No sabes como vencerlo.
Seguro, queridos espectadores, vuestras mentes ahora estarán dando vueltas sobre como vencerlo. ¿Seréis tan valientes para descubrir la manera de hacerlo? No lo creo, os llevaríais a mucha gente por delante, habríais de ser egoístas, despreciar la muerte, y dar un paso por encima de ella.
¿Saben qué? Las torres del reloj nunca existieron, son normas de este falso mundo platónico. Ni tú ni yo existimos. Ahora mismo no pasa el tiempo. Ni el aire, todo esta parado a mí alrededor. Sin embargo, para ti si pasa, porque todavía no lo has vencido.
1
Aquí tengo la respuesta, en este efímero papel de un sueño. Solo te diré que si tú mueres, solo podrás vivir de una manera dentro de cada una de las personas de esta sombra. Solo de una manera. Adivina, adivinanza. Adivina adivinanza. El tiempo pasa, el tiempo pasa en esta podrida torre del reloj. No sabréis lo que es porque todo arderá con la respuesta, haciendo una funesta alegoría a Cronos
0

miércoles, 23 de septiembre de 2009

HOY QUISIERA


Quisiera ser hoy, un poeta,
escribir con llagas en la lengua,
y romper el silencio del otoño.

Sentir que el viento se ha parado,
como antes.

Quisiera ser hoy, marinero en tierra,
y ver de nuevo tus ojos tiritando.

Qusiera morirme, es cierto,
y perder de vista a la verdad.

Las voces se distorsionan a lo lejos,
y alguien quiere morir de nuevo.

¡Muerte, oh ventajosa!
Sientes que alguien viene a verte
en silencio.

Quisiera ser, muerte, un deseo,
y vivir de la alegría.

Quisiera volver a las tierras de mi infancia,
y enloquecer como un niño
de rabia.

Pasar de largo,
y ser dueño del olvido.

Quisiera llorar, tristemente.

Pasar de largo,
y ser pecado en lo infinito.

Como antes, mi voz es invisible,
cuando hablo a ciegas.

Quisiera oír tu voz bajo una roca,
y poder rozarla.

Invisible, fruto de los sueños,
vuelvo a mirar al frente,

señalando la nada.

domingo, 20 de septiembre de 2009

BETH


Al final del camino, no quedaban sombras. Me empapé de sudor, espeso, y sentí la pasión del fuego recorrer aquellas canciones que se oían en el pasado. Las barras de los bares parecen vacías, esperando la señal para apoyar un viejo martini, o un tinto añejo empapado en saliva de un viejo borracho. Sí, aquellos que se ven al terminar la primavera, cuando todo está en silencio, y un viejo barman limpia un vaso mientras mira al horizonte pensando en las caricias de un viejo amor. Y todos los rincones albergan una sensación demasiado dolorosa, demasiado real, demasiado para ser humana. El viejo tocadiscos reproduce “Beth” de los Kiss. Y vuelvo a sentirme bien, como antes, soñando en cada esquina con ser, sí, digámoslo, un simple desecho. Y todos me miran mal. Y la música sigue sonando, mientras todo está triste y acabado. La canción dice que no puedo volver a casa hasta dentro de unas horas, y me viene un recuerdo a la cabeza. Recuerdo la primera vez que me emborraché, cuando el vino se excedió en mis venas. Y una botella a mi lado me acaricia, me hace guiños de complicidad, y vuelvo a sentirme, simplemente. Cuando las venas de la noche se ven por la ventana, mi pecho arde como antaño, y un deseo de malolientes esperanzas me invade el corazón. Y vuelvo a salir por la puerta, preocupado, y entonces, otra vez, me lanzo a la vista de un clochard que me acompaña albergando un cartón de vino de mesa entre sus brazos. Y me siento parte de la calle, en la acera, escribiendo las últimas letras. Mientras todo, absolutamente todo está en silencio. Y me apoyo suavemente en la acera, tras tiempo sin hablar. Los gatos sin nombre me acarician, y las sombras mueren en mi espalda.

lunes, 7 de septiembre de 2009

DESTELLOS


En mi mente, seguía soñando con viajar a Nueva York. Los destellos parecían verse a través de mis párpados, y creí tenerla entre mis brazos. Desperté tras un invierno doloroso. Apoyado en la ventana veía pasar los coches con su independencia embalsamada. En la acera observé una colilla a medio consumir, y un tipo con gabardina la apagó con un mocasin desgastado. Todavía se observan las ventanas de los vecinos más limpias que las mías. La vida mundanal es demasiado cargada, y me canso demasiado pronto. La ducha me empapa suavemente. Al secarme, la toalla me raspa la cara con una de sus costuras desechas por el tiempo. Y entonces, me miro en el espejo. Mis patillas han crecido razonablemente, y de momento no les diré adiós. Y luego, en la calle, no se donde ir. Y en el asfalto, encuentro un papel arrugado. No me atrevo a abrirlo, y un destello de luz se cruza en mi mirada. Pensé en marcharme lejos, pero no pude mover las piernas. Al frente, un escaparate representó mi cuerpo desecho. Guardé la nota en el bolsillo y me acosté en la acera. Intenté volar, pero las leyes que me atan a la naturaleza acabaron por vencer. Entonces levanté, y recordé una escena pasada. Cuando la luna me acogió de noche, y ella estaba conmigo. Caminé hacia su casa, y no la encontré. Entonces encontré a un tipo extraño. Me dijo que había muerto, que esa mañana un coche había acabado con su vida. Sencillamente, no supe reaccionar. Todo se paró por un instante. Corrí lo más deprisa que pude, intentando encontrarla. Un destello volvió a cruzar mi mirada. Y entonces, recordé la nota. La saqué del bolsillo y sin abrirla la quemé. Mi pelo ardía junto a ella, y entonces, aquel destello me acarició de nuevo. Mi mirada se juntó con su reflejo, y la vida era aquella muerte bajo el ambiente de primavera. Mientras todo, a mi alrededor, se alejaba lentamente. Como un rayo de luz, ella me cogió de la mano. Y entonces, respiré un poco.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

SUEÑO QUE NO ES SUEÑO



Y la vida sigue siendo bella, decían libros olvidados, hojas de recuerdos en el tiempo. Una sonrisa, a lo lejos. La esencia de una derrota por ofrecerle a otro una victoria. El sacrificio de una vida apasionada. El tiempo acaricia los momentos de miedo, y esperanza un futuro. Y parado junto al viento, me lleno de orgullo. Una lágrima me ha limpiado suavemente la mejilla, como siempre, el agua no baja. Mi lengua es pasto de locos rebaños. Y todo está parado.

A pesar de todo, me acoge el desaliento de la añoranza. Y aunque el amor se haya marchado, me siento como un vagabundo sin talento. El horror, la fantasía que lo adorna, y el pánico. No basta una palabra, ni una imagen, para hablar de todo un poco. No hiere el trovador con su guitarra, ni el manco hace astutos movimientos con los pies. No, ya no. Ahora todo es diferente. Por qué no decirlo, mi alma se ha marchado. Y de nuevo escribe a lo lejos. El viento intenta consolarme, y yo, parado, me lamento. La música que suena es increíble. Y no voy a decir que no se mentir, pues me llenan de alegría las falsas esperanzas. Al frente, alguien alcanza mi mano. Se la ofrezco, y volvemos a llorar. Como antes.

El campo es un deseo; la vida, un sueño. Amanece por la esquina, y un rayo me abraza. El barro entre mis pies desata sensaciones de amargura, y en mi espalda alguien se apoya a contraluz. Pues, ya lo dije antes, me agradan las ilusiones, y sueño que la vida no es un sueño, por ser un utópico poeta. Alguien es una idea, y una idea me recuerda las miradas, sus miradas. Y me encojo de rabia. Sueño. Respiro. Y tras un soplo de virtud, mi alma parece haber vuelto.

El sol se esconde ahora por detrás, y veo su figura. Me escondo en mi interior, y pienso que es un sueño. Nada más.

miércoles, 26 de agosto de 2009

FRUSTRA





No estaba claro, ni venidero

el horror, el placer de la vida,

las lágrimas por deseos frustrados,

los viejos amores en el recuerdo.


Y la pasión me vence,

me agarra de un tirón la cabellera,

tranquila, risueña,

se despereza en mi regazo,

y me habla,

como un rayo.


Como ayer, los recuerdos,

la mente en vela

en las noches de invierno,

tiritando de frío.


Y mi camisa, tan arrugada

y sucia, me cubre la piel,

y su pelo me acaricia

la mejilla.


Cuando el cielo es el deseo de los dientes,

hablando de recuerdos,

muerdo un alfiler,

quemo mis pecados,

mi rabia, y mi pasión

frustrada.


Y en la noche me desperezo,

y escribo letras de amor

desesperadas.

Reitero, me vence la vida

en las esquinas soñolientas,

de ciudades repletas

de perros a la noche,

y vidas independientes

en ventanas de hierro frío.


Triste y parado,

me enfrío,

y enloquezco de rabia,

lejos de tu regazo.

Poetas y poemas en conjunto

me recuerdan un momento,

y me uno al desaliento

apasionado.


Junto al fuego,

junto a todo,

junto al viento,

a lo lejos,

gritando.