martes, 28 de julio de 2009

Perdonen si escaseo de remedios,
si me ahoga el whisky en pena,
si sonrío en los incendios,
o hablo alegre de condenas;
pero nací desnudo en un puerto,
austero y con cadenas,
soñando ya vivo y estrecho
con ver flores en la arena.

POR AMOR AL ARTE


Romper un violín antiguo,
desear la muerte al viento,
tiritar ardiendo de frío,
morir deseando tu aliento.

Y lo que llaman en vida arte,
lo que oscurece con el tiempo,
lo que permanece constante,
es lo que llaman eterno.

Sulfuro ardiente en una roca,
lápices que escriben en madera,
fuego presente en una boda,
el fruto de una vida traicionera.

Alientos de jóvenes poetas,
suspiros de inviernos granizados,
miradas de pupilas soñolientas.
pinceles de Dalíes desheredados,

Hay quien te llama vida,
quien suspira por llamarte,
y cuando triste es la partida,
valiente es una parte.

El cubismo de un Picasso,
los horrores, que son sangre,
el terror de Maquiavelo,
lás lágrimas de un punto y aparte.

El amor en los poemas,
las historias, los amantes,
siendo todos como emblemas,
en la vida, por amor al arte.

AYER

Ayer tuve un recuerdo,
ayer, una idea,
un sueño, la vida,
una esencia.

La idea de mostrarme debil,
sencillo, mirando el horizonte
en un lugar alejado,
mientras los llantos...

...se escapan con el viento.

Y no me queda nada,
tampoco me hace falta,
en mi cuerpo, la verdad,
la verdad.

Un sueño enloquecido,
enrabietado, encogido,
envuelto en miradas,
en llantos y deseos.

Y aquella juventud
en la que me embarco
me hace respirar,
y vivo.

Los destellos a la noche
me acompañan, acarician mi piel,
me lavan la cara,
y me dan esperanza.

Cuando todo es una gran esfera,
llena de lugares olvidados,
de paraisos deshabitados,
y recuerdos dolorosos.

La gente, los ambientes callejeros,
la rabia de un domingo,
los ladridos de pobres vagabundos,
al final de un callejón.

Arriba, en los tejados,
no quedan deseos,
se enterraron, a mi lado,
y me miraron suavemente.

Con delicadeza los toqué,
y volví a respirar,
a bordo de la juventud...

...a bordo de una etapa,
de un barco enloquecido,
sin nada en su interior,
sin nada.

miércoles, 15 de julio de 2009

SUSPIROS EN LA MAR

Entre llantos y suspiros, arrojé mi vida al mar,
entre llantos, llantos de amargura, pesados, dolorosos,
llantos que se clavan en la razón de un valiente luchador,
que aparecen por las esquinas de las calles soñolientas;
y aquellos suspiros que acarician suavemente
el pelo de una dama.

Una ola elevó mi alma con suave perspicacia,
la corriente que me introdujo en mar abierto,
los barcos perdidos en el horizonte,
la melancolía de los naufragios inesperados,
los mensajes en botellas de cristal,
portadores de recuerdos,

y aquellos sueños disipados en las formas de las nubes,
aquellos regalos de jóvenes enamorados,
la poesía enterrada en el fondo del mar;
un loco soñador desventurado,
un loco sueño, una sonrisa,
las vidas de los viejos pescadores,
y el mar, listo y furioso, me ahoga lentamente.

Me arden los pulmones, y me puede el desaliento,
mientras una roca a lo lejos me recuerda la dureza,
y me vuelvo blando, me deshago, y miro el horizonte.

Mis ojos se esfuman, pensando en ti,
tras dejarte aislada en la memoria,
tras pasar mi vida, y llorar, llorar
de rabia, y mentir.

Saber que no puedo vivir sin tu aliento,
y que mi aliento te hará vivir,
tan pequeña como siempre, y yo tan austero,
pregunto a la vida por que no puedo morir,
y sin embargo, en un final doloroso, muero.

lunes, 6 de julio de 2009

DELIRIOS Y SUSPIROS


El ardor de la ciudad permanecía como siempre, anclado, llorando, manifestando deseos de mediodía. El café cortado que reposaba sobre mi mesa parecía expulsar llantos de vapor, y en la melodía de la cafetera se vio reflejado mi pasado. Y sonreí, mientras me vi involucrado en las caricias de una mañana lluviosa. La calle se veía a través del cristal, tan sucio y empapado como todas las mañanas de Enero. Y entonces, tras una suave brisa, noté un escalofrío. La puerta, nido de pasiones, estaba abierta. Entre sus brazos, reposaba la melena de una dulce dama que sonreía con ese ardor de juventud que no se obtiene fácilmente. Tras un invierno frío, los llantos parecen verse tras las cortinas del recuerdo, y en la acera se acuestan vagabundos esperando una señal para despojarse de este asqueroso mundo. Aun así, el invierno estaba presente, y debía esperar meses para verme involucrado entre los sudores de un sediento Julio que reposa entre las caricias de Junio y Agosto. Ella se sentó en la mesa que había justo a mi izquierda. La miré como un tipo perspicaz, siendo fuente de desgracias. Ella no respondía, permanecía callada, leyendo un libro. Me pareció leer en la portada las palabras “Odas Elementales”. Aquel redil de desgracias se vio tenuemente iluminado con un recuerdo de Neruda. Y volví a sonreír, mientras mis ojos auguraban presagios de valiente luchador. Seguía sentado, relajado. Vi a una gaviota posarse sobre una farola. Las heridas que quedan tras los años, las manchas de los recuerdos, los amigos perdidos, las miradas de deseo cuando fuimos tipos despreocupados. La cabeza me daba vueltas, y las sensaciones se nublaron. Todo tan claro como la suave brisa que columpiaba levemente el pelo de aquella dulce mujer. Se pintó los labios, tras darle un sorbo a la taza de té que miraba con deseos de juventud. Y volví a sonreír, cuando un deseo de levantarme impulsó a mis rodillas. Los pasos que poblaban los azulejos del suelo, aquellos pasos no eran fáciles de dar. Mientras todo estaba ambientado por los clientes, yo sentía mi pecho aislado. Hice breves gestos de continuar andando, mientras luchaba por no sentir la piel acalorada. Retrocedí avergonzado. No siempre he sido un tipo con valor. Apuré mi café y pedí la cuenta. La calle me aplastaba con su sonido. Mi pasado me justificaba las miradas de ansiedad. Dejé las monedas en la mesa. Una nota reposaba en las manos de aquella mujer.

...DE VUELTA



Me miraste,
callada,
me miraste.

Mientras todos hablaban
permanecías en silencio,
las nubes tapaban suavemente
tu belleza.

Tan suavemente que fue imposible
no alcanzar la locura,
mientras me sentaba callado,
cerca de tu pelo.

Sonreías con suave perspicacia,
mientras mirabas a todos,
por ser una más, impasible.

Ciertamente, no se pensar,
no puedo sentir sin hablar,
no me salen las palabras.

No aguanto sin pasar un instante
oliendo tu mirada,
oyendo tu sonrisa,
manchando de nuevo mi pecho.

Te miro de nuevo,
no me atrevo a nada,
me quedan los pensamientos,
y me abruman las miradas.

Los gestos de deseo,
los gestos que interpreto,
los que mal interpreto,
los que me hacen sentirme
un desecho.

Vuelvo a acostarme preocupado,
tras tiempo sin llorar,
y me siento un idiota
condenado a todo.

Enciendo un cigarrillo,
brumas de pesares,
lamentos otoñales,
lamentos.

Cuando todo parecía en calma,
viene un huracán,
y me vuelca entre los setos,
con su fuerte intolerancia.

Cierro los ojos,
dejo de pensar,
me lanzo al vacío,
dejo de soñar.

miércoles, 1 de julio de 2009

A PESAR

El ansia que me abunda,
y vuelve por la esquina,
me abre la mente,
y me inquieta.

Mientras todo se desvanece
por tiempo pasado,
por tiempo de gatos sin nombre.

Abanicos de desgracia
que rozaron mis pestañas,
se balancean suavemente
en las manos de una anciana.

Y el mar se mueve,
a pesar,
y me miro en un espejo,
sin pensar.

Cuando las nubes son
deseos, deseos
de llanto,
y de gritos.