sábado, 30 de enero de 2010

AUSENCIA


Tus palabras son ausencia
de recuerdos en secreto;
Tus palabras como ausencia
en un beso.

Ausencia son mis manos
bajo el aire.
Pecado, si mortal, me alegra;
Oh ausencia que recuerdas.

Espesa la llanura muere,
ya pálida descansa,
y el sol tímido la busca.

Oh escarcha reflejada
son palabras ahora,
ayer fueron recuerdos.

Tan alto el monte
y pequeños los que esperan.

Oh llanura muere,
ahora pálida te recuerdo.

Y en ausencia de palabras
alma soy mirando al cielo.

domingo, 24 de enero de 2010

OJOS DE SABLE

Tus ojos tristes cariño
como la lluvia.

Tus ojos raudos
en la lluvia

Tus ojos tristes.

Me miran,
Los miro,

Nadie nos mira.


Me miro, entonces
silencio, un guiño.

Airada oradora
es mi mirada.


Entonces me miras,
y sonríes suavemente.


Te serenas luego,
calmada.

Y acabas, ojos de sable,

portando mi alma.

domingo, 10 de enero de 2010

ERA UN TODO, Y UN NADA


Oh amada de mis noches,
muerte moribunda.
Oh vida desnuda
ante los brazos.
Culpa a los culpables,
mata a los que sufren,
haz sufrir a los que ríen,
y el alimento tempranero
serán tus huesos en su espalda.

Oh, a la hora canto.
La hora es gris,
pálida como el otoño,
la hora es gris.

Siempre los grisáceos
atardeceres lloran,
o hacen llorar a los que esperan.

El silencio, la vida,
el sueño,
la poesía derramada,
la luz del horizonte,
los que ríen
y los que sufren,
los que lloran pálidos a la luna,
o gimen, o se cansan.

El invierno es gris,
y grises son sus palabras,
como la lluvia gris
o los grises atardeceres.

Grises son mis besos,
y más tus manos.
Más los prohibidos labios
del amor prohibido.
Más los enamorados ojos
del balcón de tu mirada.

Oh dulce dama,
si al despertar pudiera
olvidar mis días,
olvidar que nuestro amor es infinito.

Oh dulce dama,
la carne no nos representa,
y nuestras almas lloran
con tan poco tiempo
a sus espaldas.

Me escondo en la noche,
y tú también te escondes.

¿Quíen ideó este sumo alejamiento
para querer cuanto más acercarnos?

Oh dulce dama,
volverás a llorar esta noche,
y tu carne no será sino olvido,
y tu alma mi refugio,
y mi alma un dulce beso.

Por los recovecos de la noche
andaré descalzo.

Por los senderos donde el amor se esconde,
y la luna grita,
y nadie responde.

jueves, 7 de enero de 2010


Triste la vida
si un alma la abandona,
un pecado triste.

Valiente el alma
si la vida le hace aguas,
valiente por nada.

martes, 5 de enero de 2010

AL POETA




En Orihuela, allá dónde los almendros cantan al poeta, y los recuerdos de un pastor empedernido que en sus ratillos de paz escribía poesía. Sabrán de quién hablo ya. Porque Miguel Hernández es sin duda el poeta "rural" de Orihuela. Porque en sus versos siempre se respiran los almendros, las higueras, y las flores. Porque sus versos hablan de amor, de muerte, de anhelo. Por todo eso, tan sólo, hemos querido hacerle un homenaje en honor a su vida, a su recuerdo, y a sus versos. Quisiera dejar aquí sus grandes nanas de la cebolla, de aquel militar que anhela desde lejos a su hambrienta familia; de aquel que fue combatiente y preso, y que, como todos los hijos locos de la guerra, salió llorando de las tristes batallas en las que dos bandos hipócritas hacían estragos en sus mentes, deshacían su humanidad, y luchaban, tan sólo luchaban. A su memoria, y a la de todos, lo dedico:

NANAS DE LA CEBOLLA


La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
.
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
.
Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.

Miguel Hernández