miércoles, 8 de septiembre de 2010

LAS ÁNIMAS




- ¿Tienes frío? No sufras, abrígate.

La lluvia lloraba, sedienta, a los balcones heridos por la calle. Su calle. -Inténtelo-. Era todo una clave, pero no bastaba. La calle era lluviosa, sin fuego. ¿Nada ardía? Lo siento, ya no queda nada. Ahora escúchame. O no. Yo ardo. Tú, quizás. Llueve. Buenos días a todos; almas, vosotras descansad. Ayudadme, estoy inquieto. Me levanté esta misma mañana sin sol. ¿Tenéis fuego? Consoladme. Os ayudaré a vivir, si queréis. ¿Venís? ¡Qué alegría! ¿Sois reales? Lo imaginaba, pero sois como en mis sueños.

La lluvia se desvaneció, muy lentamente. Pequeñas, almas, pequeñas; mi misión os busca. Escuchad, ahora estad muy atentas; es muy importante vuestra atención en este momento. Justo en este. No os preocupéis. Primero, cerrad los ojos. Imaginarlo. Nada, no veáis. Sed totalmente puras, y ahora es el momento. Volved cuando creáis necesitarlo.
Y se fueron las almas ciegas y quedas. Locas las llamaban, salvajes, endemoniadas; e incluso algún pobre diablo llegó a sentir lástima. Estaban indignadas. Pero, ¿Tan pronto os rendís? Seguid el camino, no tengáis fe; tan sólo confianza. Será suficiente. Ahora, ¿Qué buscáis?

No entendían, nadie entendía nada. Pasaron como aviones los días por las horas, y las horas por los meses, y los meses por los años. El mundo perdió la vista o ellas perdieron al mundo. ¿Son ellas? Tranquilas eran y estaban y miraban. Almas, escuchad ahora. Nada recodáis. Olvidasteis el mundo, nada os retiene. Ahora sed libres. Pero antes, venid. Debéis nacer en silencio, con las flores y los campos, pero sin ellos a la vez. No procuréis entenderlo. No podríais.

La lluvia nunca volvió, pero en la lejanía me esperaba algo. Debía encontrarme con el amor. Las almas habían nacido ahora, y yo me acercaba más al horizonte. El horizonte era el olvido, y el olvido no existía. Ahora, el beso, la ciencia, la saliba, el dentífrico, los ensayos, la novela y una vida. Dejadme ahora. He de caminar con el viento y el horizonte está lejos, muy lejos. El camino, el hogar, el deseo de ser un propio mundo, y que no existiera más que el cógito sería como una flecha en las entrañas. Mintamos, las almas nacieron. Ahora nadie puede recordar, a no ser que viviendo olviden la vida. Como el horizonte que busco, la luz y el mundo próximo a nacer y tiende a olvidar. Amad, almas, amad. El horizonte se aleja mas yo ando y no puedo. Pedid que os olviden, y olvidadlo todo. Mi mente, ¿Amor? Horizonte de amor desciende y asciende por el cielo y las nubes. Ahora, callad. Camino, mi hogar, camino por la amarga avenida. Y estoy solo.