viernes, 13 de enero de 2012

CAVILACIONES EN LAS PIERNAS DEL TIEMPO

Los estudiantes estudian.

¡Qué redundancia más absurda!

Parece que un velo de polvo

en polvo

convirtiera la laguna

de tinta,

de locura,

que, álgida,

contenta al malhumorado

y es consuelo de tonto

para el necio.


Y, ¿Yo sueño?

La pregunta absurda vuelve

y la noche avanza.


Nadie consuela

por viejo

mi segundo de tortura.


¿Y es instante

todo lo que tiembla?


Si más vivir pudiera,

más viviría,

y si el ausentarme no sirviera,

sería eterno presente

por siempre y siempre.


Galatea, en mis quejas

me sumerjo

por tus olas

que caminan,

y camino

y me vuelvo mármol,

y duro me vuelvo.


¡Cantad, Poseidones,

cabello fluyente

que me place

como instante!


¡Cantad, oh, cantad!

No seáis dignos

de reproche,

que la noche avanza

y todo lo que

avanza

tiembla y pasa.


Se tornará en día el silencio

y verán mis rimas

la espuma de mi cuerpo.


Te verán, Galatea,

caminar conmigo

deprisa,

muriendo.


Te verán mis instantes

volar, espesa,

temblorosa como ellos,

porque tú también

pasas,

tam

bién.


Torna que torna

la vida su concierto

de muerte,

y si es suerte

el verte,

mis ojos son

ruletas,

y ruedan,

ruedan,

ruedan.


Llegará la estrella

en mi silencio más profundo.

La luz ferrosa.


La luz, solo la luz.