Rozaban mis labios las sábanas blancas,
mendigaban la flor de tus caderas,
entre escombros y legañas
acordamos el destino de sentirlo,
en minutos flotaron los gemidos.
Dulce prisión acorazada,
como serpiente aprisionada
hago uso de mi esclava,
no importa la largura
ni las llagas.
Conociendo el labio tierno,
conociendo el largo flujo,
manifestando el deseo
de ser siamés a tu costado,
de estar presente en otro lado.
Comer con dientes de cuchillo
mascar el orgullo incandescente,
sentir crujir el vientre
y morir del modo preferido.
En tus caderas cautivo,
preso de mis sentimientos,
atado a tus pensamientos,
sin hacer el menor ruido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario