Hoy, mañana,
igual, y por maña
impasibles,sujetos
a mi mente,
se enclaustran
en un hogar deshabitado.
Vuelvo a llorar
sin manchar mi pecho,
quemando el vino,
recorriendo tu cuerpo.
Aprisionado, sin ser,
sin huir, mi alma
descansa en vilo,
por conocer el peso
de tu falsa mirada.
¿No estás harta?
me tienes anclado
en un rincón,
sin herramientas,
sin nada.
Mátame, si lo quieres,
déjame salir,
no me agarres,
quiero saber
de tu alma.
Por consuelo,
no por menos,
sigo anclado,
manchado,
atado a mi pasión.
Que desgracia,
mujer, en vela
estoy, por no
saber mucho,
siendo sabio.
Siendo, sí,
aquel que un día
rozó tu alma,
y pensó en amarla,
en vano.
Y seguir anclado
por pensar
con el alma,
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