Volverás a las tierras de mi infancia.
Volverás a reír conmigo,
de nuevo.
Y veras caer mi estaca.
Sonriente, cómo sonríes
de nuevo,
Y te veo,
tras las hojas que se esconden
por llorar.
Una palabra, resbala una gota
en tu frente asustadiza.
Callas, te quedas parada,
sonriente,
vuelves a asustarte.
Tranquila,
duerme,
yo protegeré tu almohada.
Si mañana no estoy de vuelta
quema las fotos,
los regalos,
y mis sueños guárdalos,
como si fueran tierra
que siembra los recuerdos.
Y me verás regresar
tan tarde o tan temprano.
Llorando a gritos,
pidiendo al cielo
la lluvia de noviembre.
Pero ahora duerme,
descansa,
no temas.
no te asustes con mi alma.
Llegaré cansado,
sin fuerzas,
lleno de callos,
agujetas, y los zapatos
llenos de gusanos.
Pídeme, oh dulce dama,
un deseo ardiente,
no temas al diablo
no hables de la muerte.
Tan sólo vive un segundo,
y guárdalo.
Yo te veré sonreír,
a lo lejos,
mientras vuelvo cansado.
Y tú me miras,
Y yo te escucho,
Y entonces me escuchas,
Y te miro,
Y volvemos a besarnos,
Sin pensar en el cansancio.
Sin hablar.
Aullando al cielo
desolados.
Volverán los pájaros
a mirarnos.
Y tú me dirás al oído:
“Escucha, son las golondrinas
que vienen a soplarnos”
Y el viento cantará,
o ellos lo usarán
de canto.
Y las luces se apagarán
temprano.
Cuando te acuestes
en mi pecho,
descansando,
Y yo me encontraré cansado,
Y tú me acariciarás con tu aliento.
Tras las horas que pasaron,
Me cogiste de nuevo
el brazo.
Y huimos lejos,
Muy lejos,
Tan lejos que me pareció
demasiado cerca.
Y volvimos a besarnos,
esta vez bajo la luna,
cantando,
Y no había pájaros,
Y tú ya no me decías:
“Escucha, son las golondrinas
que vienen a soplarnos”
Ahora era todo un charco
en la arena,
Pedíamos a gritos los gusanos
en los zapatos,
Y moríamos de angustia
al ver el amor estancado.
Pero tú sonreías,
Y entonces yo también sonreí,
Y nos volvimos a besar.
Pero ahora callados,
Vimos volar tantas veces
A aquellos que vinieron
A soplarnos.
Pero ahora somos viejos,
Tanto que no podemos
más que hablarnos
a oscuras,
pensando en nuestra infancia,
llena de golondrinas
soplando desde el cielo
a nuestras almas.
Tan sólo un lugar
apartado del mundo.
Ahora estás callada,
Y no puedo más que verte
sollozando.
Necesito de nuevo
verte sonreír,
Y que me digas al oído:
“Escucha, son las golondrinas
que vienen a soplarnos”
Tan bella, como siempre.
Y entonces podremos
descansar,
y no desear los gusanos
en los zapatos.
Pero ahora duerme,
descansa,
yo protegeré tu almohada,
mientras sueñas con mi aliento.
Y te hablaré de nuevo.
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