Sin palabras para morir sigo vivo,
en este instante mis palabras
no permiten mi muerte.
En este mismo momento
de viento sin bravura,
de llantos sin miel,
de abrazos sin piel morena.
Nadie permite mi muerte
porque sigo vivo.
En los versos y en todo
permito que se llore y que mi piel
arrastre las lágrimas.
Mis manos me dieron el mar,
y los labios pesados del invierno
me abrazaron con nieve.
Pido silencio, en este instante
de orugas sin hogar.
De saliva sin techo buscando
dientes solitarios,
e incluso encías.
Viviendo por veredas desoladas
que lloran conmigo.
Camino por esa larga acera de barro,
y nadie me ignora.
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