Es la primavera.
Tú y el mar, sonámbulos, muertos,
en el invierno poderoso.
Cerrarás los ojos
y se abrirá el alma
de la anciana muerte.
Las montañas sufren en mis pasos
de hielo muerto en la bravura.
Levantan y queman clavos los áridos paisajes,
y mi vista espera.
Nunca traerás la primavera,
alma gélida.
Nunca verá el mar mis ojos
sin sentir el humo ardiente
del rostro que arde conmigo.
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