lunes, 15 de noviembre de 2010

Un

Es la primavera.

Tú y el mar, sonámbulos, muertos,

en el invierno poderoso.

Cerrarás los ojos

y se abrirá el alma

de la anciana muerte.

Las montañas sufren en mis pasos

de hielo muerto en la bravura.

Levantan y queman clavos los áridos paisajes,

y mi vista espera.

Nunca traerás la primavera,

alma gélida.

Nunca verá el mar mis ojos

sin sentir el humo ardiente

del rostro que arde conmigo.


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