Mánchame,
mátame,
mírame de espaldas,
simplemente, mírame.
Eres aquella, sigues
siendo aquella que
me dio su pasión,
y me robo la vida.
Y parezco, sin parecer,
un lago abandonado,
cerca de una piedra,
canto de frases pulidas.
Me mentí, parecía afortunado,
y sentí tu pelo,
susurrando, sólamente
me ví.
Pasaron por mi vida ocasos,
ocasos de inviernos,
de veranos, y una primavera
que trajo consigo una pequeña nota.
Y en su vientre,
nido de desgracias,
reposé mi sentido,
hablé en silencio.
No me digas que ni lo intenté,
si mi vida gira en torno a la obsesión,
No te atrevas a mirarme
sin más,
siendo humilde...
...no puedo ser perspicaz.
Y mánchame,
mátame,
mírame de espaldas,
o simplemente,
mírame.
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