lunes, 5 de marzo de 2012

LA SERA


Yo me siento esta tarde frío
como quien tiene amor en el alma
o como quien ha buscado estrellas en el día más profundo.
Yo quisiera sentir tanto frío
que también quisiera que el corazón helado
cantara y me mirara a los ojos.

Yo sé que el frío es un aliento disecado
y que todos los helados corazones del mundo
han habitado el calor para sentir el hielo.
Pero esta es la tarde sin fuego, puramente fría,
inmóvil y perenne, casi mía,
como hecha de antiguas cosas.
Así se mueve el tiempo y me contenta,
y es como tener por siempre el amor
lleno de estrellas.

Pero otras tardes en las que apenas soy y siento,
también he amado el hombro oscuro
de la muerte y de su espejo.
Tardes en las que también he buscado
lo que no sentía despierto, e incluso
he llorado de noche con las luces frías.
Porque la luz me muestra en esas tardes
que nunca es nunca para siempre.

Mi corazón, como un canto esperpéntico, llora
un sueño de nácar vestido de la tarde eterna.
Mi corazón es lo secreto de mi espalda.
Amiga, yo también te hablo para siempre.

Mi palabra es tarde y esperpento,
porque yo sé que la letra unida
se alza más alto que cualquier otro pasado.
Te propongo la vida.
Caminemos por las olas de tu sueño
para encontrar, desnudos, como de mañana,
la tarde eterna que para siempre
se llamará infinito.

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