lunes, 7 de septiembre de 2009

DESTELLOS


En mi mente, seguía soñando con viajar a Nueva York. Los destellos parecían verse a través de mis párpados, y creí tenerla entre mis brazos. Desperté tras un invierno doloroso. Apoyado en la ventana veía pasar los coches con su independencia embalsamada. En la acera observé una colilla a medio consumir, y un tipo con gabardina la apagó con un mocasin desgastado. Todavía se observan las ventanas de los vecinos más limpias que las mías. La vida mundanal es demasiado cargada, y me canso demasiado pronto. La ducha me empapa suavemente. Al secarme, la toalla me raspa la cara con una de sus costuras desechas por el tiempo. Y entonces, me miro en el espejo. Mis patillas han crecido razonablemente, y de momento no les diré adiós. Y luego, en la calle, no se donde ir. Y en el asfalto, encuentro un papel arrugado. No me atrevo a abrirlo, y un destello de luz se cruza en mi mirada. Pensé en marcharme lejos, pero no pude mover las piernas. Al frente, un escaparate representó mi cuerpo desecho. Guardé la nota en el bolsillo y me acosté en la acera. Intenté volar, pero las leyes que me atan a la naturaleza acabaron por vencer. Entonces levanté, y recordé una escena pasada. Cuando la luna me acogió de noche, y ella estaba conmigo. Caminé hacia su casa, y no la encontré. Entonces encontré a un tipo extraño. Me dijo que había muerto, que esa mañana un coche había acabado con su vida. Sencillamente, no supe reaccionar. Todo se paró por un instante. Corrí lo más deprisa que pude, intentando encontrarla. Un destello volvió a cruzar mi mirada. Y entonces, recordé la nota. La saqué del bolsillo y sin abrirla la quemé. Mi pelo ardía junto a ella, y entonces, aquel destello me acarició de nuevo. Mi mirada se juntó con su reflejo, y la vida era aquella muerte bajo el ambiente de primavera. Mientras todo, a mi alrededor, se alejaba lentamente. Como un rayo de luz, ella me cogió de la mano. Y entonces, respiré un poco.

1 comentario:

  1. Maladrín, estás tocado por la mano de los dioses, juro por ellos que tu mundo está en las palabras, y te admiro y te odio al tiempo. Te retaría a duelo si tuviese agallas, un hígado joven y un alma dispuesta a morir.
    Me encantan tus imágenes.

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