martes, 29 de septiembre de 2009

Cronología Por Caótico y Trovador


(Discurso completo del cortometraje "Crono")

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¿Han soñado alguna vez con viajar en el tiempo? Las sombras se disipan en la imaginación, como en esos días en los que la luz del sol da de lleno en una vieja y olvidada torre del reloj, de la que nada entendemos, que nada alberga, y que todo lo destruye con su aguja.
Señores, nos estamos consumiendo.
La vida poco a poco se va, somos pasto del olvido, apresados en esa ruleta que gira al son de una olvidada melodía, de la que es reina la diosa fortuna. Señores, si se dan cuenta nada entendemos. Estamos aquí, y ¿Qué? El tiempo con sus juegos de azahar manipula nuestro destino, nos roba nuestra libertad y nunca, nunca para.
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Imagina despertar un día tirado en el banco de un mullido parque, a las puertas de la ya mencionada torre, torre del tiempo, torre del reloj. Ves la puerta entreabierta, y, valientemente, te decides a entrar. En su interior te esperan unas gastadas escaleras, desechas por la brisa de los años, desechas. Y subes agarrado a una barandilla que, como a todos, el tiempo no dejo atrás, y ahora arde con un fuego interior solo forjado por los años. Ves como el tiempo corre bajo tus pies, como explotan los minutos, como la gente llora.
Entonces la cima esta bajo tus pies.
3
Mira, siente, piensa. Tienes el mecanismo del tiempo junto a ti. Te abrumas. No sabes si tirarte, o lanzar una sonrisa.
Podríamos llamarlo cronología. Te planteas como funciona, como pasa tu vida, como la destruyen, la crean, la pisan y la vuelven a crear. Sabes que te molesta cumplir años, que sufres cada vez que soplas las velas, porque cuando se consumen, sabes que te están acercando más a la muerte. Y te sientes atrapado.
Ahora ríe, llora, o sueña.
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Tratado del odio, tratado del egoísmo, tratados, tratados y tratados. No sabes como vencerlo.
Seguro, queridos espectadores, vuestras mentes ahora estarán dando vueltas sobre como vencerlo. ¿Seréis tan valientes para descubrir la manera de hacerlo? No lo creo, os llevaríais a mucha gente por delante, habríais de ser egoístas, despreciar la muerte, y dar un paso por encima de ella.
¿Saben qué? Las torres del reloj nunca existieron, son normas de este falso mundo platónico. Ni tú ni yo existimos. Ahora mismo no pasa el tiempo. Ni el aire, todo esta parado a mí alrededor. Sin embargo, para ti si pasa, porque todavía no lo has vencido.
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Aquí tengo la respuesta, en este efímero papel de un sueño. Solo te diré que si tú mueres, solo podrás vivir de una manera dentro de cada una de las personas de esta sombra. Solo de una manera. Adivina, adivinanza. Adivina adivinanza. El tiempo pasa, el tiempo pasa en esta podrida torre del reloj. No sabréis lo que es porque todo arderá con la respuesta, haciendo una funesta alegoría a Cronos
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miércoles, 23 de septiembre de 2009

HOY QUISIERA


Quisiera ser hoy, un poeta,
escribir con llagas en la lengua,
y romper el silencio del otoño.

Sentir que el viento se ha parado,
como antes.

Quisiera ser hoy, marinero en tierra,
y ver de nuevo tus ojos tiritando.

Qusiera morirme, es cierto,
y perder de vista a la verdad.

Las voces se distorsionan a lo lejos,
y alguien quiere morir de nuevo.

¡Muerte, oh ventajosa!
Sientes que alguien viene a verte
en silencio.

Quisiera ser, muerte, un deseo,
y vivir de la alegría.

Quisiera volver a las tierras de mi infancia,
y enloquecer como un niño
de rabia.

Pasar de largo,
y ser dueño del olvido.

Quisiera llorar, tristemente.

Pasar de largo,
y ser pecado en lo infinito.

Como antes, mi voz es invisible,
cuando hablo a ciegas.

Quisiera oír tu voz bajo una roca,
y poder rozarla.

Invisible, fruto de los sueños,
vuelvo a mirar al frente,

señalando la nada.

domingo, 20 de septiembre de 2009

BETH


Al final del camino, no quedaban sombras. Me empapé de sudor, espeso, y sentí la pasión del fuego recorrer aquellas canciones que se oían en el pasado. Las barras de los bares parecen vacías, esperando la señal para apoyar un viejo martini, o un tinto añejo empapado en saliva de un viejo borracho. Sí, aquellos que se ven al terminar la primavera, cuando todo está en silencio, y un viejo barman limpia un vaso mientras mira al horizonte pensando en las caricias de un viejo amor. Y todos los rincones albergan una sensación demasiado dolorosa, demasiado real, demasiado para ser humana. El viejo tocadiscos reproduce “Beth” de los Kiss. Y vuelvo a sentirme bien, como antes, soñando en cada esquina con ser, sí, digámoslo, un simple desecho. Y todos me miran mal. Y la música sigue sonando, mientras todo está triste y acabado. La canción dice que no puedo volver a casa hasta dentro de unas horas, y me viene un recuerdo a la cabeza. Recuerdo la primera vez que me emborraché, cuando el vino se excedió en mis venas. Y una botella a mi lado me acaricia, me hace guiños de complicidad, y vuelvo a sentirme, simplemente. Cuando las venas de la noche se ven por la ventana, mi pecho arde como antaño, y un deseo de malolientes esperanzas me invade el corazón. Y vuelvo a salir por la puerta, preocupado, y entonces, otra vez, me lanzo a la vista de un clochard que me acompaña albergando un cartón de vino de mesa entre sus brazos. Y me siento parte de la calle, en la acera, escribiendo las últimas letras. Mientras todo, absolutamente todo está en silencio. Y me apoyo suavemente en la acera, tras tiempo sin hablar. Los gatos sin nombre me acarician, y las sombras mueren en mi espalda.

lunes, 7 de septiembre de 2009

DESTELLOS


En mi mente, seguía soñando con viajar a Nueva York. Los destellos parecían verse a través de mis párpados, y creí tenerla entre mis brazos. Desperté tras un invierno doloroso. Apoyado en la ventana veía pasar los coches con su independencia embalsamada. En la acera observé una colilla a medio consumir, y un tipo con gabardina la apagó con un mocasin desgastado. Todavía se observan las ventanas de los vecinos más limpias que las mías. La vida mundanal es demasiado cargada, y me canso demasiado pronto. La ducha me empapa suavemente. Al secarme, la toalla me raspa la cara con una de sus costuras desechas por el tiempo. Y entonces, me miro en el espejo. Mis patillas han crecido razonablemente, y de momento no les diré adiós. Y luego, en la calle, no se donde ir. Y en el asfalto, encuentro un papel arrugado. No me atrevo a abrirlo, y un destello de luz se cruza en mi mirada. Pensé en marcharme lejos, pero no pude mover las piernas. Al frente, un escaparate representó mi cuerpo desecho. Guardé la nota en el bolsillo y me acosté en la acera. Intenté volar, pero las leyes que me atan a la naturaleza acabaron por vencer. Entonces levanté, y recordé una escena pasada. Cuando la luna me acogió de noche, y ella estaba conmigo. Caminé hacia su casa, y no la encontré. Entonces encontré a un tipo extraño. Me dijo que había muerto, que esa mañana un coche había acabado con su vida. Sencillamente, no supe reaccionar. Todo se paró por un instante. Corrí lo más deprisa que pude, intentando encontrarla. Un destello volvió a cruzar mi mirada. Y entonces, recordé la nota. La saqué del bolsillo y sin abrirla la quemé. Mi pelo ardía junto a ella, y entonces, aquel destello me acarició de nuevo. Mi mirada se juntó con su reflejo, y la vida era aquella muerte bajo el ambiente de primavera. Mientras todo, a mi alrededor, se alejaba lentamente. Como un rayo de luz, ella me cogió de la mano. Y entonces, respiré un poco.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

SUEÑO QUE NO ES SUEÑO



Y la vida sigue siendo bella, decían libros olvidados, hojas de recuerdos en el tiempo. Una sonrisa, a lo lejos. La esencia de una derrota por ofrecerle a otro una victoria. El sacrificio de una vida apasionada. El tiempo acaricia los momentos de miedo, y esperanza un futuro. Y parado junto al viento, me lleno de orgullo. Una lágrima me ha limpiado suavemente la mejilla, como siempre, el agua no baja. Mi lengua es pasto de locos rebaños. Y todo está parado.

A pesar de todo, me acoge el desaliento de la añoranza. Y aunque el amor se haya marchado, me siento como un vagabundo sin talento. El horror, la fantasía que lo adorna, y el pánico. No basta una palabra, ni una imagen, para hablar de todo un poco. No hiere el trovador con su guitarra, ni el manco hace astutos movimientos con los pies. No, ya no. Ahora todo es diferente. Por qué no decirlo, mi alma se ha marchado. Y de nuevo escribe a lo lejos. El viento intenta consolarme, y yo, parado, me lamento. La música que suena es increíble. Y no voy a decir que no se mentir, pues me llenan de alegría las falsas esperanzas. Al frente, alguien alcanza mi mano. Se la ofrezco, y volvemos a llorar. Como antes.

El campo es un deseo; la vida, un sueño. Amanece por la esquina, y un rayo me abraza. El barro entre mis pies desata sensaciones de amargura, y en mi espalda alguien se apoya a contraluz. Pues, ya lo dije antes, me agradan las ilusiones, y sueño que la vida no es un sueño, por ser un utópico poeta. Alguien es una idea, y una idea me recuerda las miradas, sus miradas. Y me encojo de rabia. Sueño. Respiro. Y tras un soplo de virtud, mi alma parece haber vuelto.

El sol se esconde ahora por detrás, y veo su figura. Me escondo en mi interior, y pienso que es un sueño. Nada más.