jueves, 17 de junio de 2010

Y MI ALMA

Donde busqué mi locura,
callé; callé para hablar
pausado y romper los días
con la mente y su recuerdo.
Voy más allá, testigo
preonderante. El cenicero
me cortaba los labios, y el
alma de las aves gritaba al
viento mientras moría. Huí,
huí tan lejos que me dolió la
vida, y enloquecí de rabia
cuando me miraron
demasiado.

Ah, rauda mi palabra.

Y entonces era la vida. Los
segundos, y mis días eran
como fuego ardiendo
lentamente en las posadas
donde viejos trovadores
empeñaron su alma. Fue la
vida quien me arrancó las
lágrimas.
Mas volvieron mis minutos a nacer,
y fueron mis lágrimas tan
alegres y furiosas saltando
el fuego de los días.

Lágrimas que ardieron conmigo,
y que se fueron quedando para abrazarme.
Fue quien me abrazó,
y sentí a mi alma como sonreía
y lloraba de emoción.

Ah, la vida volvió
con ella, y sus lágrimas
y las mías; cogidas
entre tanto, cogiendo
la vida, como almas
pequeñas que vivieron de nuevo.

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