lunes, 15 de noviembre de 2010

Del sueño




- “¡Ay, amigo mio! Lo que es el corazón del hombre” Decía… decía Goethe. Y qué es el corazón del hombre. Qué sino un abrazo sin abrigo, un poblado sin almas, una vida sin aire. Ay, dime más amigo. ¿Encontraste algo? Tengo que oírlo.

- Y sin embargo ensordeces tu alma. Ay, amigo. He de hablarte reflexivamente, como tú me has hablado. He de hablarte, con el corazón, del corazón. Amigo mio, piensa en como la vida puede herir al más duro y pesado de los habitantes mundanos. Oh, ¿Encontraste el dolor? Ah, la retórica cuestión; el hombre herido camina sin retorno por el corazón abierto y desgajado, camina, camina…

- Ya menté a Goethe y al romanticismo que hiere de silencio el alma.

- ¿Hablas de sueños?

- Hablo del sueño.

- ¿Cuál?

- Calderón y el sueño. Estimemos la vida y el corazón del hombre con el sueño. ¿Qué vale un sueño? Me gustaría afirmar sin redundancia que el que sueña vive con el sueño y despierto vive muerto. Pero si el amor nos duerme, qué será la vida sino amor; amor al mundo, a la vida, y amor enamorado. Pues en el sueño dormido vive el alma apasionada. Así es todo, querido amigo.

- Hablas de sueños cual pintor embaucado en la obra. Sabes que sueñas, y en efecto hablas del sueño como el común vínculo del hombre. Mas no concibes tu inacceso a otra mente. Tus palabras entonces hacen de un particular un general; una parte por el todo. Largos lustros pasará el hombre concibiendo la vida como generalización de lo particular. Y sin embargo, ¿Cuán engañosas pueden ser las palabras de un hombre? ¿Qué compartir con palabras más que una idea de experiencias exteriores contaminada por la propia experiencia? ¡Ay, amigo mio! Vuelvo a ser reflexivo.

- Debe ser reflexivo en sus palabras. Mas le diré incluso que el sueño, con mi experiencia en la mano, es lo más parecido a la muerte; pero aun más vivo está el soñador que el que sueña. Es decir, un soñador siempre sueña, y por tanto siempre vive. El que sueña, sin embargo, está atado a una temporalidad que le hace estar muerto.

- En efecto, Bukosky.

- Quizá debamos resignarnos, o mantenernos vivos soñando.

- Al fin y al cabo Bukosky, no es más que un sueño.

- Non è più che uno sogno.

- ¿Sabe italiano Bukosky?

- Brian, hay muchas cosas que aún no le he dicho.

- Supongo que tendremos tiempo de hablarlo.

- Sonrío Brian. Debo ir a soñar o no me cogerán vivo.

- Sea un soñador, Bukosky.

- Arrivederci Brian.

- Adiós Bukosky, adiós.

3 comentarios:

  1. pero tú... ¿tocas el alma o te tocas con el alma?

    He estado leyendo tus poemas, ¿no te dan ganas de reventar a Terres cada vez que se ríe de los poetas? Que sabrá él de la noche o del frío, o de la boca y la lengua, o de la anatomía del lenguaje, si no es capaz de ver el mar que encierra cualquier forma, concepto, objeto o como suciamente quieras llamarlo. ¡Palabras! sí, palabras que como también decía Nietzsche, deben ser escritas con sangre.


    Me gusta mucho. Sí, joder, ¡está bien!
    nos vemos en clase,

    ResponderEliminar
  2. copio demasiado mis comentarios, a maxi le hice uno parecido. pero él no ha vuelto a escribir, a ver si te curras uno y te cuento alguna parrafada. bueno hasta luego.

    oye, y alguno así que deba leer antes de morir? de lo tuyo digo.

    ResponderEliminar
  3. Caballero, es un gran honor leer sus palabras. ¡Terrés! Ah, sí, no tiene alma; pobrecto...

    Nietzsche habló de afirmar la vida como un superhombre. Yo afirmo con rigor que abundan nihilistas pasivos por todos lados, incluso en la tarima de las aulas.

    El lenguaje nació de la necesidad del hombre de entender al individuo; y despreciar la trascendencia del alma humana en las palabras es un gran error.

    De lo mío, tan sólo debes leer lo que te de tiempo, al igual que con toda la literatura del mundo. Como decía Thoreau: "Lee los buenos libros primero; lo más seguro es que no alcances a leerlos todos".

    Un saludo, y, por supuesto, leeré con fecuencia tus escritos.

    ¡Nos vemos!

    ResponderEliminar