martes, 28 de julio de 2009

AYER

Ayer tuve un recuerdo,
ayer, una idea,
un sueño, la vida,
una esencia.

La idea de mostrarme debil,
sencillo, mirando el horizonte
en un lugar alejado,
mientras los llantos...

...se escapan con el viento.

Y no me queda nada,
tampoco me hace falta,
en mi cuerpo, la verdad,
la verdad.

Un sueño enloquecido,
enrabietado, encogido,
envuelto en miradas,
en llantos y deseos.

Y aquella juventud
en la que me embarco
me hace respirar,
y vivo.

Los destellos a la noche
me acompañan, acarician mi piel,
me lavan la cara,
y me dan esperanza.

Cuando todo es una gran esfera,
llena de lugares olvidados,
de paraisos deshabitados,
y recuerdos dolorosos.

La gente, los ambientes callejeros,
la rabia de un domingo,
los ladridos de pobres vagabundos,
al final de un callejón.

Arriba, en los tejados,
no quedan deseos,
se enterraron, a mi lado,
y me miraron suavemente.

Con delicadeza los toqué,
y volví a respirar,
a bordo de la juventud...

...a bordo de una etapa,
de un barco enloquecido,
sin nada en su interior,
sin nada.

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