lunes, 30 de noviembre de 2009

ELOGIO A LA MUSA QUE PERDIÓ LA PASIÓN




Volverás a las tierras de mi infancia.

Volverás a reír conmigo,

de nuevo.

Y veras caer mi estaca.

Sonriente, cómo sonríes

de nuevo,

Y te veo,

tras las hojas que se esconden

por llorar.

Una palabra, resbala una gota

en tu frente asustadiza.

Callas, te quedas parada,

sonriente,

vuelves a asustarte.

Tranquila,

duerme,

yo protegeré tu almohada.

Si mañana no estoy de vuelta

quema las fotos,

los regalos,

y mis sueños guárdalos,

como si fueran tierra

que siembra los recuerdos.

Y me verás regresar

tan tarde o tan temprano.

Llorando a gritos,

pidiendo al cielo

la lluvia de noviembre.

Pero ahora duerme,

descansa,

no temas.

no te asustes con mi alma.

Llegaré cansado,

sin fuerzas,

lleno de callos,

agujetas, y los zapatos

llenos de gusanos.

Pídeme, oh dulce dama,

un deseo ardiente,

no temas al diablo

no hables de la muerte.

Tan sólo vive un segundo,

y guárdalo.

Yo te veré sonreír,

a lo lejos,

mientras vuelvo cansado.

Y tú me miras,

Y yo te escucho,

Y entonces me escuchas,

Y te miro,

Y volvemos a besarnos,

Sin pensar en el cansancio.

Sin hablar.

Aullando al cielo

desolados.

Volverán los pájaros

a mirarnos.

Y tú me dirás al oído:

“Escucha, son las golondrinas

que vienen a soplarnos”

Y el viento cantará,

o ellos lo usarán

de canto.

Y las luces se apagarán

temprano.

Cuando te acuestes

en mi pecho,

descansando,

Y yo me encontraré cansado,

Y tú me acariciarás con tu aliento.

Tras las horas que pasaron,

Me cogiste de nuevo

el brazo.

Y huimos lejos,

Muy lejos,

Tan lejos que me pareció

demasiado cerca.

Y volvimos a besarnos,

esta vez bajo la luna,

cantando,

Y no había pájaros,

Y tú ya no me decías:

“Escucha, son las golondrinas

que vienen a soplarnos”

Ahora era todo un charco

en la arena,

Pedíamos a gritos los gusanos

en los zapatos,

Y moríamos de angustia

al ver el amor estancado.

Pero tú sonreías,

Y entonces yo también sonreí,

Y nos volvimos a besar.

Pero ahora callados,

Vimos volar tantas veces

A aquellos que vinieron

A soplarnos.

Pero ahora somos viejos,

Tanto que no podemos

más que hablarnos

a oscuras,

pensando en nuestra infancia,

llena de golondrinas

soplando desde el cielo

a nuestras almas.

Tan sólo un lugar

apartado del mundo.

Ahora estás callada,

Y no puedo más que verte

sollozando.

Necesito de nuevo

verte sonreír,

Y que me digas al oído:

“Escucha, son las golondrinas

que vienen a soplarnos”

Tan bella, como siempre.

Y entonces podremos

descansar,

y no desear los gusanos

en los zapatos.

Pero ahora duerme,

descansa,

yo protegeré tu almohada,

mientras sueñas con mi aliento.

Y te hablaré de nuevo.

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