martes, 1 de diciembre de 2009

ASIQUE POR PASIÓN, VUELVO

De pronto un rayo
sonó,
tan de pronto cómo la vida
puebla un alma.
De pronto un alma,
entonces cien,
y miles se lanzaron
con desgana
hacia el lugar donde habitábamos.

Y nos hicieron daño,
tanto que no pudimos
reir; casi por matarnos
se lanzaron a decirnos
que todo era en vano.
Como tinta, los sueños
los mancharon,
y dijeron que éramos
cobardes, tan sólo

pobres soñadores
con los pies
a cien millas del suelo.
Entonces pensamos,
alma mía, y volvimos
a escribir unas líneas
de sencilla poesía.
Pero ya no era igual,
habían destrozado
nuestro estilo.

Sabes, alma
ansiosa de versos,
no es tarde.
Nunca es tarde.
Nunca se acaban
los pequeños sueños.
Así son los trovadores,
ansiosos de vida
y muerte al tiempo.
Ansiosos de deseos
de llanto, así mismo
un canto.

Veinte almas,
“silencio”.

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