martes, 15 de diciembre de 2009

CANTO DE ODIO A LAS ALAS DE LAS KERES


En la vida me desangro.

Tan segura y pálida

se esconde entre la nada.

Y sale huyendo

demasiado lejos.

Un día apagado

en el fondo del invierno

con suave benignidad

me ha derrotado.

Ha hendido mi costado

un fúnebre relámpago.

Ha escupido en mi sombra,

y ha vuelto a llorar.

Ha muerto, vuelto, y ha revuelto

mi alma, alejándose

de nada. Tan sólo

una mentira ¡Mentira!

Repiten los silencios

malditos, callados.

Maldita nada,

aún recuerdo,

maldita muerte ensangrentada.

Si tu deseo es llevarme muerto

llévame, oh usurera

y declárame alimento

de un dios maligno y desalmado.

Aclárame el aliento,

y las palabras

dámelas por alimento.

Búscame en la nada,

como si fuera polvo,

ceniza, viento

que se esparce

entre los ojos… lamentos.

Y volveré a llorar,

volveré

a maldecir tu calavera.

Si a mi alma aspiras

por tu aliento,

oh muerte, llévame ya,

y a los deseos inciertos

llamaré endemoniados,

como si fueran los ojos desatentos

que se esparcen y lloran

en miradas, tan sólo

de hombres sin aliento.

Y volveré a llorar

vida, oh muerte

por igual. Desatenta.

Pasan, mueren, hablan

los minutos, se

desgranan. Dime muerte,

si la vida se despeja

en los otoños deshojados.

¡Dime, tan sólo dime!

si pruebas tus deseos

en mi aliento cansado.

Soy triste y vago,

hipócrita y desalmado,

violento… apasionado.

Oh vida, oh muerte.

Volveréis a llorar

de frente a frente.

Al campo los lamentos

echaré por abono,

y lloraré desnudo a los rayos,

maldiciendo la vida.

Maldeciré el infierno,

maldeciré la nada,

lloraré defendiendo

la muerte bajo espadas.

Y moriré por morir

desatento, ante

las rosas que se clavan

en mi pecho bajo el viento,

ante el viento y la nada,

ante la vida y los sueños.

Todo es un lamento perdido.

¡Maldita muerte! ¡Maldita vida!

Si tras los años no soy atento

no me culpes con tu ida.

Soy un pobre sin aliento,

hipócrita y violento,

llamo a las rosas rosas,

a los sueños viento, y

a la nada le regalo

mis versos desatentos.

Cuando el viento se apaga

sueño, y lloro mis lamentos apagados.

Por un golpe duro en mi costado

expiró mi alma sin aliento,

ascendió a lo alto bajo el viento,

llorando al cielo lastimada,

suplicándole a las nubes

una mirada que la dejara

tiritando.

Volveré a subir huyendo

de todo,

por nada…

Y dejaré escrito mi verso.

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