viernes, 15 de mayo de 2009

SUSPIRO, SUSURRO

Soy un Quevedo lánguido,
un Góngora físicamente itinerante,
treinta pares de difuntos sin nombre
al comienzo de Noviembre.

Y por gustar asomo mi precariedad,
atando cabos, sigo siendo pescado,
y broto entre basuras como llaga espesa,
y soy un triste tiritante por trios de oración.

Me gusta ser un mar de ambiguedades,
nadar rumbo a soledad, vivir de pena,
llorar por alegres deseos, escribir las letras
con letras, por letras en tinta, en pluma, en papel,
al viento que disipa la derrota,
murmurando en silencio.

Rondando como un pequeño militante
de partido independiente, ser como siempre,
un valiente orador que medita a solas,
buscando una sencilla razón.

Y hablo con la vida, hablo con todo,
un arbol a lo lejos, y me encandilo,
lloro, respiro, lloro, sueño, lloro.
Y miro, miro las nubes con incesante
menosprecio.

Me caigo y me levanto, y levantando
murmuro palabras en un redil oxidado,
mientras por competir con el viento
un arbusto se ha secado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario