lunes, 15 de febrero de 2010

¡Ay, Rosas!

¡Ay, Rosas! ¡Ay, Rosas!
que llenaron el amor de espinas,
¡Ay, aquellas que escucharon
las almas que morían!

Y recuerdan su yo
sus recuerdos ergo son.

Fueron las que hablaron
y calladas marcharon.

Fueron almas, y vida, diré más:
cantos que huyeron
para aliviar llantos
de amor desesperado.

Quizás en sueño
fueron vida,
y en la vida
fueron muerte.

Y, ¿Qué más poca vida
como el no morir cuando el aire
trae consigo espinas que lloran
por no poder hacer heridas?

Se cansa el viento de tanto suspirar,
y de acariciar las nubes con su llanto.

El mar llora.
Oh, yo alma triste
sueño
y cansado lo hago.

Yo que vago sin saberlo
Yo que vivo como alma
que el diablo se llevó.

¡Ay, rosas! ¡Ay, rosas!
volví a herir mis manos al abrazar su cuerpo
y mis manos fueron sangre
que manchaba tus recuerdos.




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