domingo, 21 de marzo de 2010

(Vengo a hablar de todo)

Vengo a hablar de todo con todos.

Fui en mi vida lo que no pude ser,
mis versos se asemejaban a su rima,
¿Y te compadeces? Oh,
si tan ruin fuera el quedarse
y el no quedarse.
¿Cómo? ¿No reís?
Nunca fueron mis deseos
como tus manos.
Nunca se nubló nada en nosotros.
Parecía todo a veces y me encantaba
sentirme lejos y cerca
y llorando como un niño.
Pero acabó la vida en nuestros ojos.
Me mirabas,
y yo te compadecía atónito
por todo, por todos,
casi llorando
y lanzando versos a tu boca.

Pero acabó la vida,
y se inundaron nuestros ojos.

Entonces fuimos formales,
todo era correcto,
ni un pecado, ni miles
de horas sufriendo por nada.

Demasiadas las horas junto al fuego,
tan helado que por tópico lo digo,
y me canso de decirlo.

Pues se acabaron las rimas,
entre las sombras de tu vida,
y en las líneas de mi muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario