lunes, 13 de abril de 2009

BAKER STREET



En la calle de la panadería, allí, donde compré mi última barra. En el club de la esquina, chupando la boquilla de un oxidado saxofón, tarareando melodías engatusadas en tristes borrachos. Lanzo la mirada al vacío, el sudor corre por mi frente, los mosquitos me rebanan la nariz. Soplo, sin ahogarme, me deshago de la perdición. Es la hora, la gente vuelve a meter su cabeza en el cenicero. El humo del habano de un anciano solitario se divisa en la esquina, a malas penas. Esa canción, ya está a punto, Gerry Raferty apura su vaso, menciona la letra. Mis notas ya se manchan de aplausos, y en un suspiro mal deseado veo un recoveco en mi piano. Acompaño y me lanzo. Sudando en aquel oscuro rincón, para animar a un borracho o, simplemente, hacerlo sentir peor. Hoy no hay barras comestibles, aunque más de uno lo intente. Apoyados se ven, al terminar la función me uno al viejo solitario del habano Montecristo. Le pregunto que como ha sonado la cosa. Él me hace un gesto de indiferencia y deja un billete en la barra, mientras desapasionadamente sale andando hacia la calle. Me pido un whisky con hielo, no me apetece mirar atrás. Mi ignorancia se mezcla con la incertidumbre. Y entonces lo comprendo, en la calle de la panadería no hay felicidad. Hace tiempo que se la llevó un huracán. Por eso mis notas son tan apreciadas, aunque no lo digan. Porque la notas tristes acompañan a la tristeza de las vidas deshojadas. Porque las vidas deshojadas son tristes, y porque la vida triste tirita en una esquina acompañada de la última nota de mi viejo saxofón. Y mañana no será diferente. Ayer pasó lo mismo. Borrachos y fracasados, unidos en el fracaso, esperando escuchar aquel sonido embriagador que les produce el último sentimiento de nostalgia.

4 comentarios:

  1. Me gusta mucho el ambiente melancólico que inunda este pequeño blog, me gusta los ambientes grises que creas y las vidas rotas que destilas, me gusta. El baker street siempre me ha recordado a ese momento en el que eres niño y vas por primera vez a la ciudad. observas pasar las farolas a gran velocidad desde el asiento de atras y te sientes muy pequeño.
    Buen relato camarada, sólo un pequeño consejo: no me gusta la palabra huracan en este relato, pero lo demás es muy bueno.
    Seguiré leyéndole señor trovador.

    Sol de infancia.

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  2. Eres diferente, nunca dejes de escribir.

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  3. Muchas gracias por vuestros comentarios, es un honor recibir a gente por aquí. Tanto tú Sol de infancia, que ya sabes que lo que quieras de tu primo, como tú anonimo residente, que a dedicado cinco minutos a visitar esta página desolada por la incertidumbre. Me encanta que me critiquen, así puedo saber que soy humano, que no soy perfecto, y puedo seguir adelante recapacitando, como hacemos todos vamos. Encantado y un honor. Saludos camaradas.

    T.S.L.

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  4. ...
    Y entonces no lo comprendo, en la calle de la panadería hay felicidad.
    Hace tiempo vino con un huracán. Por eso mis notas son tan apreciadas, aunque no lo digan. Porque las notas tistes acompañan a la tristeza de las vidas marchitadas. Porque las vidas marchitadas son tristes, y porque la vida triste tirita en una esquina acompañada de la ultima nota de mi nuevo saxofón. Y mañana sera diferente. Ayer no paso lo mismo. Borrachos y triunfadores, unidos en el triunfo, esperando escuchar aquel sonido embriagador que les produce el primer sentimiento de nostalgia. Nostalgia al recordar las notas de este saxofón que el tiempo oxidó...
    Recuerdos

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