sábado, 4 de abril de 2009

UN AMANECER BORRACHO


Y aun seguía el sol deslumbrando aquella esquina, mientras un vaso se derretía con un amanecer. Entre mis ojos, la niebla viscosa de una retina borracha se pegaba en mis parpados. El camarero me echó a la calle. La vida se veía un poco entre los coches de la ciudad. El bullicio estaba aun calmado, la gente dormía. Andando y andando, como siempre, suspirando, llegue a aquel viejo puente donde mi amor me esperaba, donde vendí mi vida. Allí, donde el viento aun sopla por no romper la borrasca más pesada, me tiré a descansar. El sol me acogió en su regazo, una pequeña hormiga se poso en mi nariz. Mi vida a vuelto a reposar su felicidad, y yo, que la acompaño, me ahogo.

2 comentarios:

  1. Que gran situación y que desgarradora imagen. Has descrito con maestría aquella situación ajena a la vida en la que en más de una ocasión todos hemos sentido. Un amanecer, un cuerpo inerte en el asfalto y la boca...la boca no es boca si no un trozo de cartón pasado de moda.
    Me ha encantado este mini-relato. Siga así señor trovador yo le estaré eternamente agradecido, su fiel camarada "Sol de infancia"

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  2. Sencillamente, gracias. Un placer, como siempre.

    T.S.L.

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